viernes, 18 de diciembre de 2009

EL CONTRADICTORIO ENCANTO DEL CINE BUÑUELESCO


A inicios del siglo XX, las élites burguesas en el mundo “civilizado” reconocían en cada nuevo fenómeno sociopolítico el derrumbe de su realidad. Atrás han quedado los principios del liberalismo, el positivismo es insuficiente y la cadena del capitalismo se rompe por su eslabón más débil, Rusia, para convertirse en la primera república socialista , por lo menos así se pensaba hasta ese momento. A manera individual, nuevas teorías surgían. Como martillo que golpea sobre la roca la creatividad demostró la renovación de la mente humana. Así nacieron el cubismo, el dadaísmo, el ultraísmo, el existencialismo, y el surrealismo.

El surrealismo es expresión libre de los procesos de la razón, no necesita interpretarse a la luz de los parámetros de la lógica. Heredero de los dadaístas, el surrealismo es materia de discusión a partir de los esfuerzos de André Breton, cuya crítica se familiarizó con la de los comunistas y llevo al movimiento a politizarse. Después de todo, quien no lo ha hecho.

España, crisol de nuevas tendencias, vería aparecer en la desintegración de su imperio y la pérdida del honor de la corona, una situación cada vez más desmoralizante. En 1898, la guerra hispano yanqui dio el golpe de gracia a la España imperial. En esa época de constantes convulsiones, de cambios hacia la ultraderecha y los movimientos nacionalistas y el descrédito de las instituciones liberales, nacería uno de los cineastas más influyentes del siglo XX y el máximo exponente del cine surrealista, Luis Buñuel.

A pesar de ser reconocido como un hombre de pensamiento de avanzada, su origen es en Calanda, un pueblo de realidad medieval, donde las distorsiones del tiempo se muestran en la sumisión de los criados y una economía de consumo. Pertenecía Buñuel a las clases acomodadas de la España moderna. Su padre, Leonardo Buñuel, se había enriquecido en Cuba.

Calanda representa en Buñuel el mundo con él que estaba inconforme. Él mismo lo describe así en su libro autobiográfico Mi último suspiro : “La vida se desarrollaba, horizontal y monótona, definitivamente ordenada y dirigida por las campanas de la iglesia” (Buñuel, 1982). Eso último sobre la disciplina clerical se revertiría en su historia como un ateísmo radical muy representado en sus filmes como anticlericalismo.

Buñuel es surrealista sin Breton. Es decir, fuera de la conexión política y sin compromiso. Él criticaba a la burguesía, pero no prescindía de la buena vida. Él era burgués, pero subversivo pensador. Criticón, se parece más a los reformista que a los revolucionarios. Aunque intentó dedicarse a las letras fue en el cine que alcanzó sus dimensiones de incomprendido o de complejo con Un Perro Andaluz (Buñuel & Dalí, 1928) y la Edad de Oro (Buñuel, 1930). Estos dos filmes son una crítica a las formalidades de la pasión y al mundo burgués, anquilosado y doble moral.

Aunque la temática del papel de la burguesía era continuamente abordado para ridiculizar esta clase en los filmes buñuelescos, formalmente se encarga hasta 1972 de él. Con la película El Discreto Encanto de la Burguesía (Buñuel, 1972) se muestra las contradicciones de una sociedad purapintista donde la sexualidad no escapa de la espontaneidad, el clericalismo necesita de formalidades, la visión de civilización y barbarie sigue fresca, y la corrupción es frecuente entre la burguesía.

Buñuel identifica a la burguesía a aquellos que hoy no encuentra su papel en la sociedad y escapan en el disfrute de los placeres modernos. Muy parecido a su vida. Frecuentemente, son ridiculizados los sacerdotes como cómplice de la burguesía para examinar las conductas de los demás. ¿Quiénes son? ¿La burguesía? Pues según Buñuel, todos aquellos que continúan viviendo según los dogmas del liberalismo, obispos y militares como aliados.

Como los demás temas del surrealismo, quién entiende a la burguesía. La infidelidad es abordada con descaro, aceptada como una práctica de los de arriba. Reírse de los pobres, aceptable también. Desde la manera en como te tomas un trago, el burgués está atado a norma de comportamiento que pocas veces se es constante. De ahí que la trama inicia con el deseo de cenar juntos, pero los acontecimientos propios de la complejidad burguesa, algunos reales, otros productos de la imaginación, impiden cumplir el cometido.

Aunque a Buñuel le desagradaba la idea de que esta película era una feroz crítica de la burguesía, en eso se ha constituido. Debido al trasfondo que incluye el título. Al respecto dijo parecerle que con este título la película adquiría otra forma y casi otro fondo. Se la miraba de forma distinta a como la concibió (Buñuel, 1982). Pero en sí, una vez lanzada al mundo, la película fue un éxito y hasta ganó un óscar como mejor película extranjera de 1972.

Contradicciones mostró en la sociedad, pero en él era aún más. Buñuel, quien había sorprendido al espíritu de los surrealistas, frecuente revolucionario, a sus setenta y dos años había aprendido a vivir cómodamente entre sus contradicciones.


Byron Antonio Delgado Rocha