Si no puedo decir mi gran vulgaridad, de qué me río
si no puedo gritar a quien me desprecia, a cuánto me vendo
y patear a los desconocidos
azotar a los indiferentes
apalear con púas y pinos a los que no me dan la vista
ah, y recostar contra el paredón a quienes me han ofendido.
El aislamiento crece cada día
las probabilidades de sacar la cabeza en medio del lodazal se desvanecen
¿de qué otra tengo pues
que dejar bastante clara y fétida mi gran vulgaridad solitaria?
No me reduciría yo a menos,
no dejaría de aspirar a más
¿Y, por qué no, ser inminente, llegar más allá de los titulares del firmamento?
Eso o desaparecer,
o hacerles cosquilleos,
o hacerles la tarea que dejaron para después del mediodía,
eso o quemar las escaleras por donde bajarían los medallones del aparente,
eso o hartarme mierda hasta que yo mismo me haya despedido.
Cinco, seis, siete
no huelo a nada.
¿A qué hueles?
Huelo a mi moco atascado que no deja de entrar los olores.
Dicen que huele a miel.
Yo digo que huelo a algo que no puedo percibir.
Quizás por eso ya no me río,
sino que estallo,
me despilfarro y me vuelvo a hacer,
la acribillo en el pensamiento y la vuelvo a encontrar.
Póngame precio.
Debo irme.
Tengo que estudiar.
Sergio X. Palma. Lunes 30 de marzo de 2009.
2 comentarios:
Me disculpo, me equivoque. Entiendo que a veces se escribe para uno mismo, este es un excelente ejemplo, creo que usted es la unica persona que comprenderia tal escrito, por lo tanto veo ilogico el publicarlo, cuando escribe se trata de inspirarle algo al lector(o por lo menos eso intento yo), esto me ha inspirado sueño.
Publicar un comentario